Apuntes sobre un platillo volante

Un día de 1970 o 71 O.W. me llamó para que pasase por su piso de la Avenida Atlántica, en Copacabana, pues necesitaba hablar conmigo. Era la primera vez que me pedía que fuera a su casa y por la urgencia del encuentro, al día siguiente allí estaba yo. Sin más, me dijo que sólo confiaba en mí para la construcción de un platillo volante y sabía que yo podía hacerlo. Pocos meses después O.W. fue rescatado por los servicios de salvamento de los bosques que rodean São Paulo, perdido y totalmente desnudo. No volví a verlo hasta hace unos años, perfectamente trajeado y con un luminosa corbata. Fue un encuentro breve y afectivo, y sus ojos seguían brillando como antiguamente.

Septiembre de 2009. Acabo de estar en Río de Janeiro y de ver en la TV Brasil un extenso documental sobre el grupo musical Os Mutantes, iniciadores del Movimiento Tropicalista, y de enterarme que lo mismo ha pasado entre el compositor y pianista Arnaldo Baptista y su baterista, por aquella época.

Hay un cambio de percepción el cual está siendo notado e intuido  por un inconsciente ávido de entidades simbólicas capaces de cuestionar de otra manera conclusiones arquetípicas. Un platillo volante bien puede aglutinar el arte, la inevitabilidad de lo onírico, de lo irreal, y la ciencia que busca también la poesía, el génesis, como por ejemplo el proyecto del CERN, el gran colisionador de hadrones, que ocupa los subterráneos de Ginebra. Algo así como sí todos estuviéramos buscando la piedra filosofal, algo más allá de aquello que siempre imaginamos como realidad. Ahora se trata de intentar repetir lo que se imagina como un diminuto big-bang.

Jung metodizó la relación del individuo con toda la experiencia sensible y cultural heredada de sus semejantes a través de los arquetipos, modelos originarios que se forman en los niveles arcaicos del conocimiento, y que conforman el vínculo fundamental entre las percepciones sensoriales y las ideas. El inconsciente colectivo tiene en sí las imágenes y símbolos comunes a la humanidad, y que están cargados de más significados de los que comúnmente percibimos.

Quizá podamos imaginar que la idea de la expulsión del paraíso de una pareja humana se deba al conocimiento, al probar el fruto del intelecto, del cuestionamiento. Conocimiento e información como arma estratégica de transformación de la intensidad y forma de vida. Así, el despertar abrupto de una cantidad de información científica llevada al saber cotidiano de la masa, principalmente cuestiones que no llegan a ser entendidas,  ejercen una gran fascinación por conocerlas. Los ojos viajantes del Hubble y del Cassini nos han permitido ver detalles precisos de nuestra galaxia, y vamos camino del génesis del universo con sus aproximadamente 13.700 millones de años. Toda esta presencia en dimensiones antes consideradas infinitas e inimaginables, nos ha llevado a una situación claustrofóbica en relación a los parámetros o dimensiones de nuestro planeta. Seis mil millones de personas ocupando un espacio que hasta poco tiempo era suficiente para que allí se propusiera la aventura y el nomadismo. Alguien podría llegar a perderse en algún lugar remoto, pero ahora la luna ha pasado a ser aquel sitio en el patio trasero de nuestra casa.

Interiormente es necesario que vayamos más lejos, tan lejos como cuando se alcanzó América. La Tierra era enorme,  con límites fronterizos al abisal: el mar terminaba en el profundo infinito.  Quién llegaba a América encontraba el placer y se reencontraba en el paraíso del cual había sido expulsado. Tanta sexualidad al fin del interminable viaje no estaba previsto. No había demasiado frío y uno siempre podía estar desnudo.  La continua despreocupación y el trabajo, el suficiente para permanecer vivo, muy vivo. Cantidades de agua, la más pura, corriendo sin parar, sin pestes ni olores producidos por los cuerpos cubiertos de harapos que en Europa no disimularían ni el frío. Este frío que introduce la idea de la necesidad de protección, de pensar hoy como será el mañana.  Para esto la ciencia era necesaria: anticipar, prever todo lo que pudiera mantener el orden y el bienestar en cualquier momento y a cualquier coste. Y esto se ha conseguido. Y esto ha producido un hombre acomodado y amparado por mecanismos supra-humanos. De la barbarie a la democracia y, otra vez, camino de la barbarie por exceso de bienestar. El equilibrio con el entorno se deshizo conscientemente en nombre de ese bienestar. La preocupación con el mañana se resumía en satisfacer el ahora. Hoy, el Océano Glaciar Ártico ya no tiene hielo durante el verano: demasiado rápido para quien preveía esta catástrofe para dentro de algunas décadas. Todo se hizo en nombre de la idealización del progreso. Los beneficios logrados con la explotación de los recursos naturales y sus derivados resultarán menos de lo que el hombre tendrá que gastar para paliar y arreglar el medio ambiente y las catástrofes que sufrirá: tsunamis, subida del nivel del mar, destrucción de la flora y la fauna, de los microsistemas, etc.

Es interesante apuntar lo que Mário Schemberg[1] comentaba a un grupo de artistas: el clima iba a cambiar por el aumento de la temperatura global y, entre otras cosas, el nivel del mar podría crecer. Corría el año 1963 o 64 y todos estábamos atentos a las palabras de un físico que investigaba sobre la telepatía, campo que él denominaba Parafísica. Era amigo personal de Einstein y había trabajado con Ilya Prigogine, Wolfgang Pauli y Enrico Fermi. Shemberg era también crítico de arte y director de la Bienal Internacional de São Paulo.

Investigamos y fabricamos inteligencia artificial para complementarnos o para sustituirnos con cualidades que no tenemos. Pero para la satisfacción del ahora, fabricaremos robots que llegarán a la perfección, y habrá tanta gente en este territorio Tierra que no sabremos quién es humano y quién no.  Los robots vivirán y se adaptarán a la compañía de los humanos, de manera que sean una extensión de lo humano en todos sus sentidos y particularidades. Podremos escoger una de estas máquinas a nuestro gusto que nos ayuden a resolver las tareas de casa o como parejas sexuales. Serán la conformación de lo idealizado. Los compraremos en grandes superficies, ya patronizados, o los encargaremos a nuestra medida en sofisticados talleres de marca. Con el tiempo nos ayudarán a engendrar hijos y, por último, pensarán tanto y a tal velocidad que los humanos nos transformaremos en otra entidad viviente, con otro tipo de cerebro, distinto al de hoy. Seguramente la cuestión filosófica del doble, del espejo, del gemelo, planteará un nuevo orden ciudadano y jurídico.

Como principio, el arte y la ciencia proceden de una misma indagación del hombre frente al mundo, su curiosidad por lo desconocido, su cuestionamiento cara al futuro. Así que arte y ciencia proponen, ambas, visiones del mundo. Mientras la ciencia, volcada y subvencionada principalmente por su lado de desarrollo tecnológico, está ligada a la razón, en cuanto el arte está más unida a las facultades receptivas que productivas. El mundo, desde el punto de vista occidental, es conocimiento causal y cumulativo. La ciencia que de ahí adviene se construye colectivamente,  constantemente sujeta a pruebas comprobatorias y en búsqueda de una definición objetiva. Se podría decir que la ciencia busca dominar la naturaleza y que, dada su propensión a la formalización, se alejó históricamente y, de cierta forma, negó al inconsciente, o no lo tomó en consideración. Quizá la ciencia estuvo durante siglos buscando encontrar fórmulas que reducirían la realidad a una predictibilidad. Sí la ciencia se ha conectado con la sociedad a través de su vertiente tecnológica, esto es, por aquellos descubrimientos que pueden generar fuentes de ganancias inimaginables a través de patentes de productos vendidos a escala mundial, el arte tampoco ha sido pródiga en relacionarse con la masa. Aunque el arte del siglo XX haya introducido al espectador dentro de la obra de una forma nunca antes intencionadamente buscada, ese mismo arte produce un lenguaje en el que la masa no quiere ni se interesa en participar.

Sin embargo, en el campo de la investigación, la ciencia está abriendo un espacio donde las posibilidades e incertidumbres ya no necesitan una justificación empírica, y donde la intuición puede ser una forma más de búsqueda a una respuesta.  El arte se aleja del consciente cuando busca escapar de la premeditación o de fórmulas conocidas. Se trata de una experiencia subjetiva y personal, muchas veces basada en estructuras inconscientes, que expresa de manera no descriptiva situaciones que pueden ser borrosas, ambiguas o indefinidas. El arte puede ser definida por sus propios y particulares procesos, sin vínculo alguno con toda o cualquier definición.  La estética retuvo su libertad frente al principio de la realidad, pero al precio de ser inefectiva en esta realidad, nos dice Marcuse. Este autor afirma que el arte está condenado frente al tribunal impuesto por la razón práctica y teórica que conforma nuestro mundo aunque, subraya, el arte se alió a la revolución.[2] En la revolución, en la renovación de los lenguajes y sus contenidos, se encontraría la estética que se une a la ética, el punto de inflexión donde el arte, que necesita que el espectador esté en su misma línea de sensibilidad, puede llegar a formar un proceso o estructura que altere o recree este mismo lenguaje.

Puede decirse, sin embargo, que hay un espacio fronterizo y sin delimitaciones nítidas donde las diferentes rutas de comprensión del mundo se tocan, donde coincide el uso de la intuición en las diferentes lecturas de la realidad. Este espacio posibilita el trabajo directo con la sensibilidad y desvela que ninguna cosa o hecho existe de manera independiente de una trama de articulaciones y conexiones. Cada parte trae en sí el todo, reflejando la unicidad del universo. Es donde arte y ciencia pueden interrelacionarse de manera inesperada. En esta frontera, quizás podamos decir que están los territorios propiciadores del encuentro de las artes y las ciencias, los campos que no se sitúan formalmente de un u otro lado, como las aproximaciones al inconsciente formuladas o investigadas en las áreas del conocimiento psíquico, que tienden puentes entre lo objetivo del mundo y nuestra condición subjetiva.

En la sincronicidad, concepto opuesto al de la causalidad, que evidencia la peculiar interdependencia de los eventos objetivos con los estados subjetivos del observador, todo está relacionado: simplicidad y complejidad, el caos y el orden. Esta polaridad complementaria también se encuentra presente en el Yin y el Yang, que  retienen las cualidades originales del caos de manera que, si no están equilibrados, vuelve a dominar el caos. Esto es el pensamiento que subyace en el I Ching, el milenario libro de las mutaciones.

Podemos aceptar que la sincronicidad ocurre de una forma más frecuente de lo que sabemos. Nuestro mundo particular fue moldeado por situaciones de causa y efecto, esta dualidad llevada a cabo a través del binomio propuesta y solución, no teniendo en consideración lo que ocurre en este intervalo.  Cézanne recorría con frecuencia el  trayecto para pintar el monte Sainte Victoire pero, aunque repitiera el mismo itinerario, este nunca resultaba ser lo mismo.  Cosmos y psique se iban conformando, se iban interactuando de manera que la pintura era una situación que se iba transformando en mediúnica, por más que aparentemente fuese un resultado cerebral esquematizado y así ella, tampoco, nunca era la misma. Por estas mismas razones, más tarde el cubismo respondería más a un proceso de inmersión sensorial que a un pragmatismo descartiano.

La emanación de percepciones deflagradas de una forma intensa propicia relámpagos de una visualidad más allá de la cotidianeidad. Sabemos que estados de percepción agudos llevan a resultados fóbicos, desagradables, por su naturaleza de generar incomprensión frente a estos  fenómenos. El hombre contemporáneo se encuentra castrado, se ha bloqueado a través de lo que Reich llamaría los nudos o transferencias psicosomáticas en dirección al cuerpo. ¿Cómo se comporta el individuo contemporáneo frente a estas formas de percepción, como las formaliza, como interactúa con el mundo?

Wilhelm Reich ha buscado un dionisiaco proyecto de liberación a través de analizar, en la primera mitad del siglo XX, lo que apuntaban las energías orgásmicas encerradas en las estructuras psicosomáticas de la coraza muscular y del carácter que, a su manera de interpretar, contribuían directamente a la consolidación de la psicología autoritaria y totalitaria. Su contrapartida a este autoritarismo que crecía vertiginosamente en su época era proponer una praxis de liberación sexual, lo que de alguna manera ha acabado por concretarse en los años sesenta, como un disparo en dirección a la liberación de lo primigenio y de lo erótico. Eros como creatividad, principio vital, algo tan normal y natural pero que desestabiliza al sistema social pues, como ya había notado Baudelaire, la verdadera civilización está en reducir los trazos del pecado original.[3] Las funciones liberadoras de la libido eran y son más incontrolables que las experiencias universitarias llevadas a cabo más o menos en la misma época por Timothy Leary con el LSD. Hay una extrañeza incómoda en el individuo y en la sociedad cuando se está continuamente en contacto con lo desconocido. Se nota una desestructuración mental que en todo momento se intenta recomponer, como un puzzle que está por separar sus piezas, después de un inmenso trabajo para juntarlas, buscando construir el paisaje idílicamente buscado y corporativamente alabado. Todo bajo control.

Así yo -una vez más el Occidente odioso, la obstinada partícula que subtiende todos sus discursos- quisiera asomar a un campo de contacto que el sistema que ha hecho de mí esto que soy niega entre vociferaciones y teoremas.[4]

En octubre de 1920 Wilhem Reich escribió  un texto sobre el tema “Conflictos libidinales y delirios en el Peer Gynt de Ibsen”, que presentó en la Sociedad Psicoanalítica de Viena. “El mundo estaba en un estado de transición e incerteza en la época en que leí Peer Gynt, cuando conocí a Freud y comprendí su sentido, me he sentido un extraño como Peer Gynt. Su destino me había parecido el resultado más probable de un intento de dejar la línea de la ciencia oficial y del pensamiento tradicional.”   En su última etapa de vida, después de años de brillantes descubrimientos, Reich construyó un universo intenso y particular en relación al fenómeno de los platillos volantes, y con la vida extraterrestre.

No se puede ver un paisaje sin tener el cielo en consideración. Este vértice que se completa en el horizonte es la constatación del hombre frente al espacio de la Tierra primigenia. También es la certeza, a través de lo simbólico – arcaico, de la inevitable unión de este hombre con el cosmos. El cosmos como presencia física constante en todos los actos compartidos o hechos en la naturaleza. Copérnico, Galileu o Jai Singh fueron más allá e introdujeron,  siglos atrás, la intuición de que nuestra claustrofóbica situación de ocupantes de un aislado planeta habitado es una extensión de un campo más complejo y mayor, pero que puede ocupar un espacio formalmente mucho menor que es el cerebro humano. Esta pequeña caja dice y constata en todo momento que nos está acompañando sin descanso. Aquí aparece perfectamente la idea del artista como estructura de un campo de conocimiento específico o diferente, pues su producción no reside únicamente en lo que hace, sino también en lo que no hace, en lo que deja de hacer, pues sabe que la obra no es un proceso cumulativo, pero si un proceso o una producción de su particular mirada en relación al mundo, la puesta en escena de su diálogo particular con este mundo. Otro lenguaje,  un lenguaje diferente del lenguaje económico, jurídico, médico o cualquier otro.

El arte viene para desestructurar la comprensión del mundo, del mundo visto como lógica y dualidad. Cuando preguntaron al científico y profesor de la Universidad de Bordeaux I, M.Marcier[5], por qué en su laboratorio estaban compartiendo opiniones y trabajos con artistas, su respuesta fue la de que la confrontación con un artista era importante, ya que hay algo que aproxima artistas y científicos: la diferencia entre lo que se sabe y lo que se consigue transmitir.

Dentro de las propias intenciones del empirismo de que toda teoría debe acumular procesos de medidas y comprobaciones, a partir de la teoría de las partículas la comprobación de la resolución de los fenómenos adquiere una percepción más filosófica e indagadora que conclusiva. Se habla de la belleza en la ciencia y la búsqueda de esta bella fórmula aparece como una idealización posible en todos los científicos teóricos: un poema súper concentrado, un haikai. El arte venía hablando de esta bella fórmula desde siempre. El arte siempre ha hablado de la belleza, aunque sea negándola, o aunque esta misma belleza no sea más que la comprobación de la falacia del mundo. El arte habla del mundo de otra manera.

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Adenda.

La mirada subjetiva cobra importancia en un contexto que busca encontrar y expresar la individualidad frente a una civilización ausente de fronteras. Llegué con este pensamiento en 1991 a la Facultad de Bellas Artes, sin experiencia como docente. Tenía dos ideas básicas: el alumno y la búsqueda de su subjetividad como eje de la enseñanza, y el entorno, tanto inmediato como natural, como punto de conexión a una interdisciplinaridad que es base de una información / formación que propicie una reflexión crítica y ética y una consecuente respuesta artística.

En este sentido, ya a los alumnos de la primera promoción de esta Facultad les propuse un plan de estudios básico que se desmembró, con los años, en diferentes fases, en conformidad con el curso y enseñanza requeridos.  La idea constante, entretanto, siguió siempre la misma, esto es,  ofrecer una conexión transcurricular que les permita la potencialización del self,  con el desarrollo y  aproximación a las particularidades y a las subjetividades de cada uno, frente a lo que se podría llamar de realidad.

Así, a la par de las clases y del desarrollo del proyecto específico de cada alumno, que siempre conllevó un debate en clase con la participación  de todos los otros alumnos, presenté conferencias y prácticas con expertos y profesores ligados a diferentes campos del conocimiento, como el de la Física Cuántica (donde el observador como sujeto ejerce su opción a través de su conciencia o de su intuición, siendo así  determinante en la conformación de un hecho),  de las Artes Escénicas, concretamente Teatro y Expresión Corporal (donde el cuerpo, que puede ser considerado como territorio inmediato de la naturaleza y del paisaje, conforma y trabaja espacios en su movimiento)  y del I Ching (conocimiento que trabaja con la sincronicidad).

Fernando Casás

Gondomar, noviembre 2009.

Publicado en La cultura transversal. Colaboraciones entre arte, ciencia y tecnología. AAVV. Universidad de Vigo, Vigo. 2010.

[1] Uso la grafía generalmente aceptada del apellido del profesor Schemberg (com eme). Sin embargo, algunos autores lo citan como Schenberg (con ene).

[2] Herbert Marcuse. Eros and Civilization. Vintage Books / Random House, Nueva York, 1962. (páginas 135 y 157)

[3]  Baudelaire. Mon Cœur Mis à Nu. Editions Conard, Paris, 1948. (página 104)

[4] Julio Cortazar. Prosa do Observatorio. Editora Perspectiva, São Paulo, 1974. (página 51)

[5] AAVV. Les dialogues de l’ASTS. Edición l’ASTS, Paris, 1997.